Ahí está tu herencia, es laenvejecimiento intrínseco,relacionado con tu genética y hormonas.
Con el tiempo, toda la arquitectura de la piel cambia.
- A nivel de la epidermis superficial: hay una reducción de la renovación celular y una falta de lípidos. La piel está pues más seca y más fina. O por el contrario, la piel gruesa verá su capa superficial engrosarse, volverse más áspera, irregular y los poros dilatarse.
- En la dermis, a partir de los 25 años, la producción de tejido elástico y conectivo disminuye, así como la microcirculación, lo que es el caldo de cultivo para las primeras líneas de expresión, pueden aparecer pseudocomedones y la tez se vuelve más apagada.
- En las capas más profundas es el tejido graso el que disminuye, los músculos se relajan, el hueso se reabsorbe y las arrugas se profundizan.
ELenvejecimiento extrínsecoEstá relacionada con factores externos: sol, contaminación, tabaco, estrés, exceso de alcohol, falta de sueño, alimentación, etc. Es bien conocido el daño del sol y los rayos UV llamado heliodermia. Este fotoenvejecimiento hace que la piel pierda su luminosidad y transparencia. Esto se debe a que los vasos se dilatan y aparecen infinidad de micromanchas pigmentadas. Como resultado, la tez se vuelve opaca. Esto se asocia con la elastosis solar: el tejido elástico dañado por los rayos UV aumenta la flacidez de la piel, la tez es amarillenta con orificios foliculares dilatados.
Finalmente, a medida que envejecemos, el peso que recae sobre nuestros pómulos provoca ptosis, que presiona sobre nuestros pliegues nasolabiales, las comisuras de los labios e incluso las mandíbulas. El triángulo formado por los ojos y la boca está invertido: se trata de la pérdida del óvalo. También resalta la grasa periorbitaria, de ahí las bolsas bajo los ojos. Ciertos músculos hiperactivos favorecen la aparición de líneas de expresión en la glabela y las patas de gallo.