Dra. Sylvie Peres: Existen varios tipos de piel sensible. Algunos se asocian con patologías como la atopia, una enfermedad inflamatoria crónica de la piel causada por una respuesta inmunitaria excesiva y una deficiencia de la barrera cutánea, que es seca y porosa. Se caracteriza por picor intenso y persistente, enrojecimiento y lesiones cutáneas recurrentes similares al eccema con microvesículas. El eccema de contacto suele asociarse con la atopia, pero puede ser aislado. Las zonas microvesiculares y pruriginosas del eccema aparecen en el lugar de aplicación del alérgeno, pero con una aparición tardía. Esto ocurre, por ejemplo, en el cuello por el perfume, en el ombligo por la moneda de un botón de vaqueros, en el lóbulo de la oreja por los pendientes, etc.
¿Cuales son los factores sensibilizantes?
Estos sentimientos de malestar a menudo se manifiestan debido a factores externos:
- físicos: calor, frío, viento, fricción, sol...
- Productos químicos: cosméticos irritantes, agua del grifo (cloro, cal), detergentes petroquímicos, contaminación, tabaco, etc.
- psicológico: estrés, emociones...
- hormonal: ciclo menstrual
El sol regula la inmunidad y puede calmar el eczema, pero reseca y daña la piel sensible.
En las formas resistentes graves se realizará una evaluación de alergia para buscar alérgenos.
Un ritual de 3 pasos:
Para limpiar
Utilice un jabón de saponificación en frío En la ducha, para el cuerpo y el rostro. Los jabones naturales son menos agresivos y resecan menos que los geles de ducha, y ayudan a reequilibrar la flora bacteriana. Asegúrate de elegir un jabón supergraso con fórmula orgánica y que utilice el método de saponificación en frío para conservar todos los beneficios de los aceites vegetales y la glicerina.
Para desmaquillar:
Usa un aceite vegetal. Sin embargo, asegúrate de elegir aceites vírgenes orgánicos, prensados en frío. Estos tienen una fuerte afinidad con las paredes celulares de la epidermis y ayudan a preservarlas, a diferencia de los aceites minerales petroquímicos. Ten cuidado con el agua micelar, ya que no limpia a profundidad y daña la capa hidrolipídica.
Finalmente, enjuagarse la cara es esencial para proteger la piel sensible y reducir la irritación. El agua del grifo es muy irritante para la piel debido a su alto contenido de cal y cloro. Por lo tanto, ataca la barrera cutánea natural. Se recomienda encarecidamente enjuagarse siempre la cara con agua de manantial de alta pureza, baja en minerales y libre de contaminación u otros factores externos.
Hidratar
Hidrata tu piel mañana y noche para calmar la irritación. Pero es importante elegir un tratamiento facial adecuado para tu tipo de piel; es decir, una crema para piel sensible sin perfume ni alérgenos. Así que elige una crema hidratante elaborada con aceites vegetales calmantes e ingredientes activos naturales calmantes y antiinflamatorios.
Proteger y corregir
Proteger tu piel renovando sus procesos celulares es esencial. Es importante crear una barrera protectora que evite que tu piel se enfrente directamente a las agresiones externas. No olvides el protector solar en verano, por supuesto, pero también durante las largas caminatas invernales o las excursiones por la montaña. Te protege de los elementos y de la resequedad, por lo que tu bronceado durará más y tu tez estará más radiante. Las mascarillas hidratantes orgánicas son un gran aliado para la piel sensible.
En la atopia, se ha demostrado que la microbiota cutánea es deficiente, con predominio de estafilococos patógenos en las placas de eccema. Actualmente, disponemos de pocos medios para regular la microbiota cutánea; sin embargo, es posible actuar a nivel intestinal, que está vinculado a la piel. Esto también aplica a pieles sensibles o intolerantes. Esto se logrará mediante probióticos y, si es necesario, mediante evaluaciones de la flora intestinal.
Lado de la fuente de alimentación
Es recomendable limitar los alimentos que causan inflamación leve: carnes rojas, gluten, azúcar, lactosa. Más que nunca, consumimos frutas y verduras frescas, orgánicas y de temporada en cada comida. Para el verano, los alimentos ricos en carotenoides (zanahorias, calabaza, boniatos, remolacha, tomates, microalgas clorella y espirulina) promueven la síntesis de la capa protectora de melanina. Seguir las estaciones implica cambiar la dieta cada 6 meses; esto es excelente para mantener el hígado en forma. Es recomendable priorizar alimentos ricos en omega 3, calmantes e hidratantes, provenientes del interior (aceite de colza, lino, camelina, nueces y pequeños pescados azules como sardinas y anchoas, etc.), así como legumbres secas (remojadas 24 horas antes de cocinar) para reequilibrar la microbiota y obtener un buen aporte de vitamina B.